Pedro Sánchez recibe a Quim Torra
Con diez minutos de retraso, a las 11:37, ha hecho su aparición el presidente catalán, Quim Torra, en el Palacio de la Moncloa. En lo alto de la escalinata le esperaba el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con gesto amable, algo más sonriente que el presidente catalán quien lucía un lazo amarillo en la solapa de su traje en apoyo a los políticos independentistas encarcelados.
Un encuentro que se espera largo, unas dos o tres horas, y en el que el Gobierno ha roto el protocolo esperado y el mantenido con el lehendakari Íñigo Urqullu, ya que la vicepresidenta, Carmen Calvo, comparecerá al término del encuentro en el Palacio de la Moncloa. Fuentes gubernamentales apuntan a que esto podría ser pasadas las 16:00 horas ya que, en principio, esperarán a las explicaciones iniciales de Torra. Ya estaba anunciado desde el viernes que el presidente catalán no comparecerá en Moncloa sino en la sede del gobierno catalán en Madrid, la librería Blanquerna.
El referéndum
Sobre la mesa estará sin duda el referéndum de autodeterminación pactado con el Estado, la principal reclamación independentista que ya tiene respuesta del Gobierno. Si bien el ejecutivo da por vez primera el plácet a hablar "sin cortapisas" sobre "todo lo que considere oportuno el president", también avanzan que "la autodeterminación no tiene cabida" en nuestra Constitución Española.
Sin embargo, la intención del Gobierno no es tanto sobre el fondo como sobre la forma. Lejos de pretenden alcanzar unos acuerdos "improbables", fuentes de Moncloa aspiran simplemente a "reconducir las relaciones", rebajar los ánimos y normalizar el diálogo entre el Estado y la Generalitat de Cataluña con el emplazamiento a una segunda reunión en el mes de septiembre.
Esto sería el escenario ideal para Sánchez ya que serviría de bálsamo de cara a la celebración de su primera Diada con políticos presos en las cárceles catalanas, pero presos al fin y al cabo. Es uno de los escenarios que teme el Ejecutivo, la primera Diada con independentistas en la cárcel, que podría encender nuevamente la llama del agravio y la confrontación.